Soy de la generación que vivió su infancia y adolescencia antes de la era de los smartphone, tuve acceso a una computadora en casa hasta los 12 años, por lo que pude percibir la diferencia de cantidad de información recibida antes y durante la llamada Era Digital. Hace unos 5 años aproximadamente, llegó un punto en el que percibí mi mente tan saturada de información que me sentí abrumada.
Si bien al nacer todos los seres humanos somos sumergidos en un mar de información, que nuestro cerebro procesa de manera innata con el afán de sobrevivir y este mecanismo de adaptación lo tenemos desde hace mucho tiempo, hay que resaltar que también desarrollamos una memoria poderosa donde almacenamos las experiencias de otros, que de alguna nos las hemos ingeniado para extenderla mediante el lenguaje, la escritura, y otros medios de expresión; a los que ahora, gracias a tecnología, tenemos acceso tan comodamente; al mismo tiempo esto puede resultar agobiante.
Más tarde, como estudiante de ingeniería en sistemas de computación, asistí a una conferencia sobre arquitectura de computadoras (antes de que salieran los superprocesadores que existen hoy), el exponente nos explicaba como había ido creciendo el poder de almacenamiento de las computadoras y cómo llegaron a un punto donde el almacenamiento ya no era un problema, de hecho, había crecido demasiado en comparación con la capacidad de procesamiento, y que por eso los investigadores estaban poniendo sus esfuerzos allí, en ese momento. El recuerdo de esta experiencia vino a mí en medio de la confusión y no pude evitar hacer la asociación, noté que mi capacidad de procesamiento no estaba a la altura de la cantidad de información que introducía en mi cerebro, que mi proceso de discernimiento sobre qué era información útil y cuál no, era pobre, visualizaba mi cabeza como un almacén lleno de basura, de ideas discordantes, de voces de opiniones ajenas y me di cuenta que yo no tenía la propia.
Así, me vi en la necesidad hacer una actualización a mi procesador mental. En el camino he notado como muchos medios de comunicación rezan el lema "Hay que estar informados" haciéndo la invitación a que consumamos más información, y pocos espacios son los que hacen una invitación seria a que aprendamos a cuestionar esa información. Para tomar mejores elecciones no es cuestión sólo de cantidad sino también de calidad. Considero la ciencia como uno de esos pocos medios que nos invitan a cuestionar, pues su objetivo es el reconocimiento de la verdad.
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