A veces me cuesta mucho levantarme por la mañana, nada me mueve, me faltan motivos; pasa el tiempo y me doy cuenta que no puedo estar tanto tiempo como creía, así, inmóvil. Tengo deberes como cualquier persona, aunque me da la impresión que el espiritú no se alimenta sólo de cumplir con el deber.
En un día cotidiano, como hoy, después de varios artilugios mentales, sólo consigo hacer mis actividades dividiéndolas en pasos pequeñitos, y, si dar un pasito me resulta díficil, lo vuelvo a divivir en pasos más pequeños aún, esta es una técnina que aprendí hace varios años del kaizen, para algunas cosas resulta muy útil y es que tiene fundamento, investigando di con un estudio de la motivación humana, de David C. McClelland, donde en resumen: la mente es perezosa y miedosa al momento de decidir qué hacer, entre más lejos sienta el objetivo tiende a evitarlo y optar por pequeños objetivos más a su alcance; claro está que la teoría es más compleja de lo que acabo de describir, yo sólo me quedé con esta idea y empecé a aplicarla. Ahora cuando debo hacer algo de lo que siento no soy capaz, ya sea por depresión, en la cual una fatiga excesiva se apodera de mí, o por ansiedad, en donde es el miedo la piedra en la que tropiezo; construyo una meta más real acorde a mis habilidades actuales, dirigidas en pro de una meta mayor, así puedo sortear bien los compromisos rutinarios de tal forma que no he dado mi persona a la vagabundez.
Una vez cubierta la cuota aceptable de quehaceres, regreso a la parálisis, algo me dice que debería estar dedicando parte de mi tiempo en algo que aliente mi espiritú, de esas bellas cosas que acaricían el ánimo, y se sienten como un aire fresco y renovador. Viene pues, a mi mente un desfile de imágenes, las dejo pasar esperando que alguna haga latir con más fuerza mi corazón y me corrobore con ello el sitio a donde debo ir; después de un rato no hallo ninguna, todas se ven iguales, ninguna inspira más que otra. ¡Qué difícil es hallarle hogar al alma!
Que la dirección que busco con tanto afán vive en mí, dicen, que lo que inspira es individual y viene de dentro del ser. Algo me dice que así es... Y es que de nada sirve el kaizen y la mejor actitud sino se sabe a dónde ir.
- ¿He de tirarme un clavado al profundo abismo en el que mis sueños se han perdido?
Una voz lúgubre me susurra con determinación:
- Así es.
Ya va siendo hora de aventurarse a la obscuridad del inconsciente y sin importar que sorpresas encuentre allí, reencontrarme con aquella parte de mi esencia que perdí y emerger por fin con una visión de lo que quiero para mi destino.
Nota mental 1000 8000 000009: Recordar que encontrarse así mismo es importante, quizás lo más, lo demás vendrá a consecuencia.
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