¿Quién ha tenido alguna vez la sensación de que la vida le ha estafado?, días y noches trabajando en algo que de pronto se volvió polvo, sopló el viento y en un parpadeo se lo ha llevado todo; así lo he experimentado yo algunas veces en los recovecos de mi mente. Echar maldiciones a la vida, a dios o a la suerte parece ser el siguiente paso natural después del infortunio; no negaré que algunas veces esto me ha resultado liberador. Pero quedarse allí no es precisamente la ruta hacía el progreso, significa solo quedarse apático, inmóvil, desilusionado.
Durante el estudio posterior del suceso, todo parece indicar que llegar hasta a ese punto nunca ha sido gratis, ni de improviso, siempre pueden ser sus orígenes remontados tiempo atrás, donde entonces la desesperanza había nacido con otro nombre, uno que al inicio la hacía ver totalmente inofensiva, apenas y se le podría reconocer; así es, surgió como un falso optimismo. Empezó así pequeñito, trabajando a mi favor según pensé, desviando la mirada de algunas que no iban conmigo, que al principio no parecía que trascenderían; y es que uno se puede decir muchas cosas como: "debe ser un hecho aislado", "sólo será esta vez"... Sin embargo, conforme pasó el tiempo esos momentos resultaron más habituales de lo que esperaba, hasta mis entrañas supieron antes que mi mente que algo no iba bien y en lugar de ser valiente y afrontarlas, hice uso de toda mi creatividad para inventar una historia que diera una explicación de como aquello que no iba bien, no interferiría con mis planes, que tarea más ardua resultó ser. Conforme avanzaba el calendario la historia se volvía cada vez mas compleja, ya se había vuelto algo como historias sobre historias sobre otras historias.
De alguna forma u otra se llega el punto donde el falso optimismo ya no puede ser sostenido, a mi me ha pasado algunas veces de la siguiente forma: de pronto sucede algo que resulta muy difícil de encajar en la compleja novela que creo estar viviendo, bien dicen por allí que no se puede tapar el sol con un dedo; bueno yo a veces le seguí con la mano e incluso cerré los ojos pero eventualmente uno los abre cuando el cuento no sabe, no huele y no se siente como lo ha imaginado, en consecuencia, viene el sentimiento de haber sido engañado, ¿a quien echarle la culpa?, en el fondo siempre se sabe que fue uno mismo quien decició cerrar los ojos. Para aliviar mi conciencia tenía una excusa: "pues es que si no le pongo photoshop a mi vida, parece horrenda".
Hoy puedo decir después de varios eventos desafortunados de este estilo, que hay cosas que ni usando toda mi imaginación pudiera haber podido en mi mente crear, cosas hermosas que quedaron muy por encima de mi creatividad, por las que vale la pena mantener los ojos expectantes en la realidad. Estas experiencias de la vida han sucedido cuando me he tomado un respiro, dejado las falsas historias a un lado, y camino con un optimismo fresco y natural, buscando la belleza en la verdad.
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