"He tenido que probar la desesperación, rebajarme hasta la más insensata de todas las ideas, la del suicidio, para poder sentir la gracia, para volver a oír el Om, para volver a dormir bien y a despertarme tranquilo."
Siddhartha - Hermann Hesse.
Futuro yo:
No quiero desperdiciar este momento de aparente sensatez para registrar estas palabras que seguro necesitarás cuando te encuentres atolondrada. En el tiempo que te quede de vida, sin importar, que sean años, meses, o días. Quizá pasarás momentos de desesperación como otras veces, intentarás evitar a toda costa el sufrimiento, porque así es la condición humana.
Después, la comida parecerá insípida, los colores empezarán a degradarse acercándose cada vez más a una escala de grises, las personas te hablarán y las escucharás como si estuvieran lejos, sus risas ya no te contagiarán. Llegará el momento en que te sentirás cansada, vendrán a tu memoria las vivencias tristes y al ponerlas en la balanza contra las felices, notarás con pesar que hay inclinación por las primeras; tu mayor deseo será que de alguna forma se desintegre tu cuerpo y se disperse en el aire, está por demás decir que esto no sucederá; sentirás que la vida te ha hecho su esclavo y querrás rebelarte contra ella en búsqueda de tu libertad. ¡Qué mejor forma de quitarse el yugo de la vida que el suicidio!, te dirás.
Aunque sabrás que estás percibiendo a través de tu mente empezará a avivarse en tí el deseo de muerte, ignorarás esos deseos, ya que serán sólo eso, deseos. Llorarás, pero hasta el llanto llegará al punto en el que te provocará hastío o indiferencia. Buscarás alguna palabra que te haga recuperar el sentido, la encontrarás y aprenderás algo que aun no sé. Esto te sacará del ciclo de pensamientos autodestructivos que antes parecía infinito. Ya con las energías desgastadas de luchar contra el dolor, aceptarás las cosas como son; para entonces habrán perdido para ti valor, las voces del orgullo, la indignación, la vanidad, la derrota, la victoria ... y justo allí tendrás: un momento de serenidad, donde podrás al fin escuchar tu propia voz.
" Raskolnikof - ¿Qué tengo ante mí? Juez - ¡La vida! ¿Es acaso profeta para saber lo que le reserva? Busque y encontrará. Tal vez Dios le espera en esta ocasión. Además, no será eterno el castigo." Crimen y castigo - Fiódor Dostoyevski. Una pequeña historia Iba paseando una tortuga cuando en su camino se encontró a un conejo que lucía triste y aburrido sobre una roca, decidido a hacer una buena obra, se propuso cambiar el estado de ánimo de su vecino. - ¿Estás listo para recibir una sorpresa?. - Le dijo la tortuga al conejo, mientras éste último, entusiasmado, abrió los ojos como aquellos que quieren verlo todo. - ¡Si!. - Replicó con tono eufórico y ansioso. - Entonces, sígueme. Caminaron juntos cuesta arriba, hacía la cima de una colina, donde hallaron un escueto canal. - Hemos llegado. - Dijo la tortuga. Al conejo no le pareció nada del otro mundo aquel paisaje, y se atrevió a decirle a su compañero, con un tono un tanto desilusionado: - ¿Es
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