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El cactus y la rosa

Una mañana salió un jardinero a cuidar de su jardín mientras daba un paseo por este vislumbró una área desierta donde sólo existía un pequeño cactus, le pareció que sería buena idea sembrar una rosa junto al pequeño; así lo hizo.
Algunos días después pasó caminando una vecina sin poder dejar de observar la nueva adquisición del jardín, sin reparo alguno le grita al jardinero: - ¿por qué ha hecho eso que no ve que el cactus crecerá y dañará la rosa con sus espinas? -. Al jardinero no pareció importarle.
Al cactus, por otro lado, esas palabras lo llenaron de miedo pues estaba muy complacido de su nueva compañía, le parecía bonita y sentía que aunque era diferente tenían en común algunas espinas. El no quería dañar a esa hermosa creatura, sin embargo sabía que no podía detener su crecimiento; estaba tan angustiado...
Lo que el cactus no sabía es que la naturaleza le había dado esas espinas para defenderse de los depredadores, entonces mientras crecía notaba que del lado de la rosa dejaron de crecer sus espinas, confiaba tanto en la ella que no las necesitaba, así de repente cuando el viento sopla el puede sentir la suavidad de los pétalos de su tierna compañera.

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